Aciertos y desaciertos del Lollapalooza Argentina 2018

Luego de haber vivido con plenitud los dos días del Lollapalooza Argentina 2018, nos proponemos a hacer un análisis de la fiesta que se vivió. Escribimos sobre los aciertos y desaciertos del Lolla argentino.

La vuelta del Beer Garden y una mejor gastronomía

Sorprendió a muchos los precios «controlados» que había en el Lollapaloza, siendo que nos habíamos acostumbrado a pagar precios caros por una comida mediocre. Lo cierto es que en esta edición se puso especial foco sobre este tema, brindando miles de opciones y buena calidad a los asistentes.

El Beer Garden auspiciado por Corona fue otro acierto. Pese a que las filas eran largas para acreditar la mayoría de edad; este espacio dedicado a los que querían relajarse y tomarse una cerveza, resultó ser excelente. Fue clave para muchos «recargar energías» en este espacio, para poder ver el resto de las presentaciones.

El excelente sonido y las malas filmaciones

El sonido, como en cada año, fue excelente en esta edición. El Lollapalooza debe ser uno de esos lugares en los que no hace falta estar cerca del artista para escuchar bien. Esto permite que tengamos una mayor comodidad. No tenemos que estar pendientes de «hacer valla» o «estar 40 minutos antes de cada show». Con ponerse a 200 metros del escenario era más que suficiente para disfrutar del show.

Pero… las filmaciones eran muy malas. Algunas veces no estaban sincronizadas con lo que sucedía en vivo; otras veces, se entrecortaba; y lo peor de todo, es que casi nunca enfocaban la fiesta que producía el público.

Controles malos y salidas peores

En cuanto a los controles, debemos decir que era muy fácil ingresar con elementos que no se permitían. Si bien eso nos da «mayor libertad», lo cierto es que esto termina siendo perjudicial para el público que va a disfrutar de los shows. Por ejemplo, en el show de Liam Gallagher, alguien consiguió  entrar una bengala y la encendió en pleno show, provocando el enojo de otros fanáticos. También en Chance the Rapper se vivió algo similar.

Otro aspecto clave de la organización del evento, como la desconcentración del festival, no fue planificado. Año tras año, parece ser la cuenta pendiente del Lollapalooza: agilizar la salida del público que se moviliza a pie y en automóviles.

Las salidas se hacen a través de salidas pequeñas que deberían agrandarse, para agilizar y ganar tiempo. Se nota que el predio o la ciudad no cuenta, en ciertos aspectos, con la infraestructura suficiente como para recibir a 100.000 espectadores todas las noches.

El merchandasing básico

Era una de las cosas que más prometía en el Lollapalooza: el merchandasing dentro del predio. Muchos nos ilusionamos con encontrar toda esa mercadería oficial que no solemos encontrar en nuestro país.

Sin embargo, el merchandasing del Lolla no fue variado y no había propuestas originales. Este año, además, el Lollapalooza decidió agregar un espacio con el énfasis puesto sobre una marca propia, orientada al nombre del festival más que a la de los artistas.

Muchos decidieron gastar el dinero de su pulsera en comida, en lugar de las propuestas en remeras, pósters, buzos o mochilas que ofrecía el Lolla.

La suspensión del festival

Fue un gran acierto por parte de la organización del festival y las organizaciones gubernamentales. El predio no se encontraba en condiciones luego de una terrible lluvia que azotó a San Isidro y alrededores.

El Hipódromo de San Isidro estaba inundado, había pantallas de escenarios que estaban destrozados y muchas carpas del predio habían sido arrasadas. Además, la seguridad de los espectadores y los trabajadores del Lollapalooza, corría peligro.

En la Argentina muchas veces nos quejamos con las malas decisiones y la falta de prevención. Haber suspendido al festival en medio del temporal que se vivió, fue un gran, gran acierto. Nos quedamos con ganas de ver a Pearl Jam, es cierto, pero la seguridad y las vidas están en primer lugar.